Las neurociencias: claves para prevenir el fracaso escolar

El proceso de enseñanza-aprendizaje enfrenta muchos retos; por eso los profesores particulares y públicos necesitan aprovechar las mejores herramientas disponibles. La aplicación de la neurociencia considera diversos factores del desarrollo psicofísico de los niños y los métodos derivados de ella han demostrado ser infalibles para evitar el fracaso escolar.

Importancia del modelo educativo basado en la neurociencia

Cada niño y adolescente tiene su propio ritmo de aprendizaje y los profesores particulares o públicos deben adaptarse a sus necesidades. Al abordar con una mayor personalización los aspectos biológicos, neurológicos, psicomotrices, comunicativos y afectivos, cuentan con un panorama más completo de las dimensiones del ser humano.

 

En esencia, al aplicar esta ciencia se busca hallar las causas principales que afectan directamente el rendimiento académico y que pueden conducir al fracaso escolar. Es importante que los estudiantes avancen a pesar de posibles limitaciones internas y factores externos. Por ello, elementos como el afecto, la alimentación, el entorno y los métodos pedagógicos son claves para el éxito.

 

Las neurociencias facilitan la identificación de problemas asociados con tareas básicas como leer, escribir, escuchar, hablar, calcular e incluso manejar emociones. Los orígenes de estos problemas pueden ser enfermedades, desequilibrios hormonales, problemas de desarrollo y deficiencias emocionales o ambientales. Tener conciencia de estas condiciones puede evitar la exclusión social y la deserción escolar.

El papel de los profesores particulares en esta metodología

Atender las necesidades educativas transitorias (NET) de cada niño o adolescente requiere de una formación neurocientífica que tome en cuenta el entorno escolar y familiar. Los docentes deben ser capaces de entender el desarrollo del cerebro infantil para poder identificar problemas de aprendizaje y proponer soluciones relacionadas con hábitos o costumbres.

 

Para llevar a cabo este diagnóstico los profesores particulares y del sistema público deben revisar áreas fundamentales como los sentidos, las emociones, los conocimientos y la motricidad. A través de la Prueba Tamiz, que incluye una observación detallada no menor a 4 semanas, el tutor evalúa las incidencias actitudinales que afectan el rendimiento escolar en edades entre 3 y 12 años.

 

Los resultados obtenidos son presentados como puntaje porcentual según las dificultades encontradas:

 

  • 1-25%. El niño presenta problemas significativos que inciden sobre su desempeño académico y debe ser atendido de manera urgente.
  • 26 a 50%. Hay una alteración notoria del aprendizaje y el estudiante requiere una red de apoyo y el establecimiento de pautas de salud.
  • 51-75%. En este nivel las dificultades pueden ser monitoreadas mediante la revisión de técnicas de estudio, pedagogía e intercambio personal.
  • 76 a 100%. Aquí no existen factores relevantes que afecten el rendimiento escolar.

 

En esta examinación debe prevalecer la certeza de las causas, pues solo así se procederá con la metodología apropiada. Las condiciones mentales y emocionales que normalmente provocan mayores alteraciones suelen ser: TDAH, TDA, TOD (trastorno opositor desafiante), TCA (trastorno de conducta alimentaria) y la epilepsia no vinculada a una causa discapacitante.

 

Si piensa que su hijo o hija tiene algún problema no diagnosticado que esté afectando su aprendizaje, en Tutor Doctor podemos ayudarle. Nuestros profesionales calificados se apoyan en las neurociencias para adaptarse a las necesidades especiales de cada caso.

 

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